Siempre las etiquetas.
Una de las fiestas más clásicas en España, la
Semana Santa en Sevilla, presume de ser la más popular y doy fe de la mejor vestida. No porque todos vayan como sacados de una pasarela, sino porque al menos, sí en todos, está la intención de ir correctamente vestidos.
Repito,
INTENCIÓN.
Esto no es más que un reflejo de lo que es la fiesta, una puesta de largo de la ciudad, que se lanza a la calle para ir a ver pasos y dejarse ver de paso. Me gusta ver pasar a todos cada año, desde el mismo número de la misma calle ( ya van 20 años)
He visto la evolución dentro de la estricta etiqueta
semanasantera, con la moda del momento desde principios de los 90.He de decir que cada vez la gente va mejor vestida, la accesibilidad a la moda que tienen ahora los adolescentes, no lo teníamos ni nosotros ( los de principios de los 80), ni mis hermanos ( los de finales de los 70).
Ayer abundaba en la calle el
look hippie chic para ellas. Y para ellos, una mezcla de
señorito andaluz con
trendy (lo sé, parece imposible) Los colores siempre claros, para combatir el calor, ya se guardan los oscuros para el Viernes.Pocas zapatillas, recogidos de pelo por doquier, mucho tacón y casi ninguna corbata.Están bien estas ocasiones, para ver la adaptación de las tendencias con algo tan tradicional, como pasa también con la moda flamenca.
A medida que avanzaba el día, hice una reflexión: hay dos tipos de penitentes en esta Semana Santa Sevillana:
1. Está el primer tipo, el que lo hace por amor, pasión, tradición ... cualquier motivo es legitimo. Va y regresa descalzo por el asfalto de una ciudad, que termina repleta de basura con el peligro de cortase, sufrir una lesión o alguna cosa peor. Lo hace por cumplir una promesa.
2. Y en segundo lugar, la que lo hace por presumir... A la vuelta a casa el número de chicas con tacones en las manos era casi mayor al de penitentes descalzos, lo que denota que su penitencia es sufrir para lucir. La promesa que se hacen es: ¡El próximo año vengo plana!