Ayer cogí un vuelo transatlántico. Crucé el charco de este a oeste con nuestra querida
Iberia. Como no soy de la “capi”, tuve que hacer conexión en Madrid y por supuesto, a toda pastilla, de terminal a terminal, para no perder el enlace. Pero llegué a tiempo. Por los pelos…
Desconozco si fue a raíz de mi demora, por haber hecho el check-in online o porque así lo quisieron los hados, pero al entregar al azafato mi pasaporte y mi billete me dijo el susodicho:
“Señora, pase usted por Business”. Y yo, sin rechistar ni interponer media pregunta, muy obediente, me dirigí al pasillo de la izquierda que iba directamente a la parte delantera del avión, a Business class. Asiento 1D. Super-asiento. Mega-asiento. ¡Pero si es más grande que el sofá de mi casa!
Durante las 8 horas y media que duró el vuelo, no paré de sonreír. El azafato que atendía mi sección debió pensar que quería “algo” con él. Gracias, gracias, repetía yo sin cesar.
¿Qué desea tomar de aperitivo? ¿Le apetece unas aceitunas o unas almendras para acompañar? Síiiiiiiii, por favor. Gracias. No dejé pasar una. Mantel y servilleta de hilo, toalla humedecida (de algodón, no de papel) para limpiarte las manos, selección de vinos, menús preparados por 4 chefs españoles galardonados cada uno con 2 estrellas Michelin (Paco Roncero, Dani García, Ramón Freixa y Toño Pérez), amplia selección de películas, neceser de viaje con todos los adminículos necesarios de aseo y descanso: antifaz, tapones para las orejas, coletero, calcetines, hidratante labial y corporal, colonia, cepillo de dientes y de pelo… y lo mejor: la butaca, el asiento o mega/super-asiento. Reclinable hacia la derecha, la izquierda, delante, detrás, vibrante por el respaldo, extensible… Convertible en cama, vamos.
¿Ha tenido usted un buen viaje, señora? – me pregunta el azafato antes de aterrizar. “Bueno no, buenísimo – le digo. Como una princesa”.
Vi
“Soy el Número Cuatro”, acabé de leer
“Un nuevo mundo, ahora” de Eckhart Tolle y empecé
“El sueño del celta” de Mario Vargas Llosa, dormí una buena siesta, comí y bebí opíparamente y me puse encima todos los potingues del kit de aseo.
Ya estoy pensando cuándo me compro un nuevo billete y regreso a España a ver si cae la misma breva. Pienso repetir, por si las moscas, todos los pasos: billete online, embarcar la última… Ha sido la primera ve en 35 años que me ocurre, pero quizá no la última… Voy a ir ojeando
www.tictoc-tictoc.com por si encuentro una oferta que me seduzca…
Consigue las noticias gratis por RSS
aquí